Por Ina Olvera
(gramática de lo terrible)
Yo he visto
la contención del hielo.
(se) Mira hacia dentro,
impasible,
sin una sola fuga.
No arde, quema
En La tara y el don (Adeshoras), la escritora Esther Peñas realiza una auténtica alquimia del duelo en clave de poesía: transfigura una pérdida amorosa en un mapa simbólico del amor. Un viacrucis cuya estructura —Derrumbe, Herrajes, Umbrales, Memoria, Redención, Gratitud— no es solo el orden del viaje, sino la compañía en el camino que va de la fractura hacia la reconciliación.
La obra se sitúa en los dominios de la literatura introspectiva, entre el ensayo poético y el poema en prosa. La autora aborda la dualidad entre lo que nos falta (la tara) y lo que nos potencia (el don) como humanos. ¿Es posible transformar lo íntimo gracias al lenguaje o elevar aquello que parece roto o condenado a cicatriz? Siguiendo el linaje de autores a los que Peñas se considera deudora —filósofas como María Zambrano y Simone Weil, místicos como Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, y poetas como Marosa di Giorgo y Clara Janés—, la respuesta parece inclinarse hacia el sí como posibilidad estética y ética.
Como herencia, la autora convierte la confesión íntima en poesía de una belleza apuntalada por imágenes tan expresivas como singulares. Bastaría con mencionar el inicio del libro:
«Sobre
la tumba, un gorrión busca alimento…»
(¿Puede haber una imagen más elocuente
del desamor?)
De este modo, el “vencido de pecho”, protagonista simbólico del relato, se vive como exposición extrema, como vulnerabilidad sin blindaje. Peñas lo expresa al decir:
«Este vencido de pecho siempre espera. El brío de ese dolor, aún convaleciente, dio cuenta del frío, de su género…» (p. 50)
Este personaje encarna la tara como forma de estar y el don como capacidad de sostenerse, incluso en la espera. Aprende a tenderse cuando parece imposibilitado, a persistir cuando ya ha sido vencido.
Peñas articula este tránsito con un oficio de escritura que mezcla precisión y desbordamiento: lo sensorial y lo espiritual, el desamparo y la intuición casi mística. En su disposición formal, la hechura del libro consiste en una prosa poética con ritmo propio; intercalada con fragmentos de lírica muy alta que emergen como destellos que muestran lo indecible:
«Semen de mandrágora,
la vulva fértil del deseo,
cintas que inauguren embarcaciones,
ébano para el sacrificio,
el matiz de los cometas, su órbita de trompeta,
betún de Judea para los huesos astillados,
leche para la alergia, caldo para las notificaciones inexistentes,
este sombrero que evita la arena sobre el pelo,
el cajón de los prodigios, su tinta atenta,
un fajín para la fiesta,
la tara de quien se intenta siempre,
el don de lo que arde incansable
por cumplirse en la promesa.
Esto he venido a traerte.»
En esa intercalación de registros, también están los textos titulados “Lo que sucede detrás de los párpados” que, según comenta la autora, son sueños que fueron sucediéndose durante la escritura del libro como una suerte de inspiración onírica; mientras que los fragmentos que se inician con la frase “Respecto de mí, diré algunas cosas, casi todas frágiles” funcionan como una auto presentación ante el amor, en una especie de juego de seducción, de primera cita ilusionada.
En definitiva, La tara y el don es una meditación sobre qué es el amor —en su invocación, en su creación—. No ofrece una respuesta tranquilizadora, sino que propone un espacio de fe: un lugar donde el “vencido de pecho” puede descubrir que reconocerse así es, en sí mismo, un don. Más que la documentación de una pérdida es la testificación de un levantamiento. No huye de la fragilidad; la canta. Y es en la fuerza de su voz donde lo más humano consigue sostenerse.
* * *
El teólogo alemán Rudolf Otto habló de lo numinoso en su obra The Idea of the Holy (1917) como una experiencia que combina lo mysterium tremendum et fascinans: algo que despierta temor, asombro y reverencia, pertenece a otro orden distinto al yo habitual.
Ina Olvera (México 1977, con nacionalidad española), es redactora publicitaria licenciada en Comunicación.
Como poeta resultó seleccionada en el XXXV Certamen Poético Anual Voces Nuevas de la Editorial Torremozas en 2022 y finalista en el 1º Premio Internacional de Poesía Marta Agudo en 2023.
Ha colaborado en diversas publicaciones culturales.
Entre sus diversas intervenciones artísticas urbanas destaca el proyecto Comillas, que fue incluido en el libro Invitación al tiempo explosivo. Manual de Juegos, (Editorial Sexto Piso) y fue expuesto en las Jornadas de Arte Anarquista (JACA).

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