Tomar un tren de
cercanías a las afueras de Madrid, caminar después por los montes y bosques de
una sierra cercana, podría parecer un mero entretenimiento, casi un plan de excursión
dominical. Sin embargo, este nuevo libro de Javier Morales (Plasencia, 1968)
muestra cómo las acciones y experiencias físicas, externas, pueden “devenir
acontecimiento” si se realizan a fondo, de manera consciente, interior,
extrayendo implicaciones respecto al estado de nuestro planeta y sobre el lugar
que en él ocupamos, tendiendo la mano a los maestros (expertos, científicos,
sabios, novelistas, poetas…) que han recorrido estas mismas veredas y
preocupaciones. Para empezar, Morales emprende estas caminatas de otoño,
invierno y primavera, estas “formas de meditación”, bajo el auspicio de ese poeta-viajero de larga
vida y gran respeto por la naturaleza que fue y es Gary Snyder. Por supuesto
también del clásico Thoreau, de su búsqueda de armonía con cuanto nos rodea. De
hecho el libro entero podría situarse bajo el paraguas de una aspiración de
Thoreau que Morales cita en la p. 71: “¿Dónde está la literatura que dé
expresión a la Naturaleza?”.
La Sierra del
Guadarrama, los montes de El Pardo, Navacerrada, Cercedilla, son lugares que se
recorren cargados de preguntas, asociaciones de ideas y haces de relaciones. No
hay aquí una mirada exclusivamente turística o paisajística, sino una escucha
serena y sabia del entorno natural y un diálogo con cuantos por aquí, o por
espacios semejantes, pasaron y reflexionaron, los que ya no viven y los que aún
están, se trate del Arcipreste de Hita o de Rumi, Dickinson, Whitman, Lorca,
Giner de los Ríos, Zambrano, Machado, Aleixandre, Azorín, Delibes, Berger, Erri
de Luca, Paul Auster, Ginzburg, Riechmann, Orejudo, Reig, Manuel Rivas, César
Aira… La preocupación por el medio ambiente ha sido una constante en la obra
del extremeño Javier Morales, está presente en sus novelas, relatos o recientes
ensayos como Las letras del bosque, El día que dejé de comer animales o La hamburguesa que devoró el mundo.
Afincado desde hace muchos años en Madrid y amante de la capital, no deja de
hablarnos sin embargo, también en este
Caminar con Gary Snyder, de cómo la presencia y la conciencia diaria de la
Sierra del Guadarrama en el horizonte, desde su ventana, le resulta fundamental
en este planeta nuestro donde a menudo pasamos sin mirar y sin ver. Es esa paz
de las montañas que recordaba Azorín. Aparte de ciegos en nuestro mundo de
pantallas, nos hemos vuelto también individualistas y solipsistas: “Viajo con
frecuencia en tren y un saludo al viajero de al lado se percibe casi como una
ofensa, como una intromisión. Saludar a un extraño se ha convertido en un acto
de rebeldía civilizatorio. Perdemos horas en conversaciones virtuales con personas
que viven a cientos o incluso miles de kilómetros, pero rehuimos mirar a quien
comparte con nosotros el trayecto. Me considero afortunado por haber conocido
el mundo analógico. Ahora ha prendido el miedo a lo tangible”.
Morales,
manejando una extensa bibliografía científica, nos pone al día de los numerosos
ensayos y estudios que los diferentes expertos han ido publicando en nuestros
días. Entender la tierra que uno pisa se vuelve una consigna de este libro,
comprender y hacer comprender la hermandad con los otros seres vivos (“¿Dónde
vivirá la otra gente”), ser conscientes, como los nativos americanos, de que
tener arraigo y enlace con la tierra nos vuelve paradójicamente más civilizados
y no menos. Son muchas las cuestiones necesarias e incluso urgentes que se abordan
en estas páginas: la reivindicación del valor de los rituales y de las esforzadas
tareas cotidianas, la atención a la variedad de la naturaleza y de sus ciclos,
el refugio en las hojas de los árboles y de los libros como forma de estar en
el mundo, el debate sobre la ganadería intensiva y extensiva, la polémica de la
llamada “caza selectiva” o de la “regulación de especies”, el innegable cambio
climático y el alarmante ascenso de las temperaturas, los daños causados por el
tecnocapitalismo y por una visión antropocéntrica de “nuestros vecinos no
humanos”. El caminar que se nos propone en esta obra es el de una experiencia
interior, respetuosa, incluso “sagrada”,
la de quien se deja llevar por una senda de bosque apreciando la riqueza que
contiene y las palabras e ideas de quienes de verdad poseen una fuerza
orientadora y casi salvífica.
Ernesto Calabuig (Madrid, 1966). Profesor de Filosofía. Escritor, crítico literario de El Cultural y traductor de alemán. Ha publicado la novela Expuestos (Menoscuarto, 2010), cinco libros de relatos: Un mortal sin pirueta (Menoscuarto, 2008), Caminos anfibios (Menoscuarto, 2014) -Finalista del Premio Ribera del Duero 2013- , La playa y el tiempo (Tres Hermanas Libros, 2020), Frágiles humanos (Tres Hermanas Libros, 2021) y Todo tan fugaz (Tres Hermanas Libros, 2023). Su última publicación, en esta misma editorial, es Siluetas pensantes, un libro filosófico acerca de los extraños y acelerados tiempos en los que todos vivimos.
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