Otras bandas sonoras de orientación dodecafónica

 Freud, pasión secreta (1962)

Ambientada en la Viena de finales del siglo XX, Freud, pasión secreta (J. Huston, 1962), cuenta la historia de un joven médico judío, Sigmund Freud, que descubre poco a poco los insondables misterios del inconsciente (“una región casi tan negra como el mismísimo infierno”). Para esta la película, John Huston no utilizó la música que se oía en Viena en la época en que transcurre la acción, sino otra de lenguaje atonal y tintes oscuros escrita por Jerry Goldsmith. Curiosamente en el tráiler oficial se sustituyó la partitura de Goldsmith y se incluyó música tardorromántica, seguramente para no espantar a los futuros espectadores.



https://www.youtube.com/watch?v=zWH6HyF76iM


Con frecuencia la banda sonora de las películas en que se aborda algún tipo de desequilibrio mental suelen incorporar elementos atonales o incluso escribirse utilizando abiertamente la técnica dodecafónica.

 

The Mephisto Waltz (1971)

El argumento de The Mephisto Waltz (Paul Wendkos, 1971) es algo lioso: un famoso pianista, adorador de Satán, se reencarna en un joven periodista que toca un poco el piano y tiene una mujer guapísima (Jacqueline Bisset), quien a su vez decide reencarnarse en la hija del virtuoso para poder recuperar a su marido, aunque sea con otro cuerpo, admitiendo que esto es abominablemente incestuoso. Tanto el título de la película como parte de la banda sonora son préstamos directos de la obra homónima de Franz Liszt. El resto de la partitura la firma Jerry Goldsmith e incluye elementos atonales y claramente dodecafónicos que terminan inquietando terriblemente al espectador.

La banda sonora incluye otros elementos como el socorrido Dies Irae, que siempre pone la carne de gallina, o un toque de violín calcado de la Historia de un Soldado de Stravinski para sugerir la presencia del Maligno.

 



La mujer de arena (1964)

El director de La mujer de arena (Suna no onna), Hiroshi Teshigahara, fue nominado al Oscar en 1965 y perdió ante Robert Wise y su inolvidable Sonrisas y lágrimas. Toru Takemitsu fue el elegido por Teshigahara para escribir la partitura de su extraña y fascinante película. Takemitsu era ampliamente conocido por su atrevimiento al fusionar la tradición musical japonesa y las corrientes innovadoras del mundo occidental. Conoció personalmente a Stravinski y a Olivier Messiaen y en su obra se nota nítidamente la influencia de Arnold Schönberg, muy particularmente en la banda sonora de La mujer de arena.

 

 


La mujer de arena (tráiler): https://www.youtube.com/watch?v=7kX4h_sEBiI

 

Junpei Niki es un profesor que sale de excursión para recolectar insectos que viven en las dunas de arena. Al final de la jornada pierde el autobús y pasa la noche en una cabaña habitada por una joven viuda. La película de H. Teshigahara es una sobria alegoría de la existencia humana.

 

La tela de araña (1955)

La tela de araña (Vincente Minnelli, 1955) está considerada la primera película que utiliza el dodecafonismo en su banda sonora. El compositor, Leonard Rosenman, declaró que utilizó la técnica serial para mostrar lo que estaba sucediendo en la mente de los complejos personajes de una clínica psiquiátrica, tanto de los internos como de los médicos, enfermeros y empleados.

           

https://www.youtube.com/watch?v=lmHS_kZT7_I&t=

El resultado es una partitura impactante, aunque algo excesiva, que hace de la película algo más que un melodrama de manicomio y nos permite adentrarnos en los avatares neuróticos de un elenco de personajes al frente de los cuales están (nada más y nada menos) que Richard Widmark y Lauren Bacall. Como curiosidad diremos que, una vez más, cuando las películas empleaban música demasiado “avanzada”, el tráiler utilizaba una música distinta y algo más “comprensible” para el gran público.

La película gira en torno a las relaciones entre una decena de personajes principales y otros tantos secundarios que coinciden en un establecimiento psiquiátrico. El cambio de cortinas en la biblioteca generará un conflicto de unos personajes que se debaten entre la razón y la locura.

 

Leonard Rosenman, entre la gloria y la frustración

La casualidad hizo que Leonard Rosenman, nacido en Nueva York en 1924, se convirtiera en compositor cinematográfico. En realidad él tenía la intención de dedicarse por completo a la música clásica. Para subvencionar sus estudios decidió impartir clases de piano y quiso el destino que uno de sus alumnos fuera un joven actor llamado James Dean quien, fascinado por su profesor, se lo recomendó a Elia Kazan para escribir la partitura de Al este del edén.

 

La relación entre J. Dean y L. Rosenman fue de franca amistad


La formación musical de Leonard Rosenman fue muy completa. Licenciado en música por la Universidad de California en Berkeley, se interesó por las nuevas corrientes compositivas y recibió clases de Schönberg y Luigi Dallapiccola entre otros. La influencia de sus maestros se hizo patente en varias de las bandas sonoras firmadas por el músico neoyorquino quien, junto a Bernard Herrmann, Alex North y otros jóvenes compositores, contribuyó a renovar una música cinematográfica anclada en los cánones del romanticismo. Tanto es así que Rosenman pasa por ser el primer compositor de Hollywood que escribió la partitura cinematográfica enteramente dodecafónica de La tela de araña (Vincente Minnelli), rodada el mismo año que Al este del edén. De la pluma de Rosenman salieron un puñado de bandas sonoras de gran calidad entre las que sobresalen Rebelde sin causa (1955), Regreso al planeta de los simios, la película de animación El señor de los anillos (1978) y Star Trek IV: misión, salvar la tierra. 

Uno de los trabajos de Rosenman más avanzados musicalmente fue la partitura de Viaje alucinante (Richard Fleischer, 1966), obra atonal frecuentemente comparada con las composiciones de Alban Berg.

 

           

Cartel de Viaje alucinante. 

Entre las frustraciones de Rosenman está la de no haber obtenido el reconocimiento de Hollywood en lo que respecta a su obra original, aunque recibiera dos Oscar por la adaptación musical de temas ajenos: el primero fue para Barry Lyndon (1975), con música original Haendel, Schubert y otros, y el segundo para Esta tierra es mi tierra (1976), biopic del cantante folk norteamericano Woody Guthrie.

 

De la tonalidad al dodecafonismo

La tonalidad es un sistema musical sustentado en la jerarquía. Los siete grados (notas) de la escala diatónica están supeditados a uno principal, la tónica, y se combinan de acuerdo con su rango. Esta jerarquía, codificada por grandes teóricos desde Pitágoras a Rameau, se encuentra en una sinfonía de Haydn y también en una canción pop. Así que puede decirse que estamos condicionados psicológicamente para aceptarla.

Para entender esta relación jerárquica pensemos en el consejo de administración de una empresa. La tónica (I grado) sería el presidente, la dominante (V grado) el vicepresidente y la subdominante (IV grado) el tesorero. Los grados restantes serían simples empleados.

Escala con grados.



 Consejo de administración “tonal”.


La atonalidad, por el contrario, tiende a la eliminación de la relación jerárquica entre los grados de la escala cromática. El poder de la tónica se diluye para dar paso a una especie de igualitarismo sonoro. En términos generales la escucha de obras atonales produce un cierto desasosiego en el oyente medio.

Escala cromática

                       

Consejo de administración “dodecafónico”

 

La música dodecafónica. Schönberg se alejó de las relaciones numéricas que estableció Pitágoras hace 2500 años, en las que se basa la música tonal. Con la música dodecafónica suprimió totalmente la jerarquía, otorgando el mismo valor a todas las notas de la escala cromática. Su sistema se basa en la ordenación de las doce notas de esta escala en una serie que aparece constantemente, aunque sometida a diversas permutaciones. El oyente no es consciente de esta sofisticada elaboración y percibe esta música como inconexa y carente de dirección.

Según el ejemplo anterior, ahora la empresa sería gestionada por todos sus componentes, en régimen de estricta igualdad, ateniéndose únicamente a las normas de aparición que dicta la serie de doce sonidos (dodecafónica):

 




Música de cine: dodecafonismo donde menos te lo esperas 

Aunque Arnold Schönberg nunca llegó a figurar en la nómina de los departamentos musicales de ninguna compañía cinematográfica, su influencia se dejó notar nítidamente en compositores como Jerry Goldsmith, Leonard Rosenmann, Alex North y otros muchos. La música de muchas escenas está escrita siguiendo la técnica dodecafónica más o menos libremente, tal y como hizo Leonard Bernstein en West Side Story (R. Wise, 1961), película cuya acción se desarrolla en un barrio marginal de Nueva York, en el que los “Sharks” (puertorriqueños) disputan la hegemonía a los “Jets” (de origen europeo).

 

https://www.youtube.com/watch?v=hMMAB3MNCKw

 

Los Jets, reunidos en un callejón, planean vengar a uno de sus compañeros, muerto a manos de los puertorriqueños. Uno de ellos, Riff, intenta mantener la calma para no dar ningún paso en falso:

Boy, boy, crazy boy.

Get cool, boy!

Got a rocket

in your pocket,

Keep coolly cool, boy!

Don’t get hot,

‘Cause, man, you got

Some high times ahead.

Take it slow and Daddy-o,

You can live it up and die in bed!

 

Chico, chico loco./ ¡Tranquilo, muchacho!/ Tienes un cohete/ en el bolsillo,/ ¡Quédate tranqui tranquilo, chico!/ No te calientes/ porque hombre, tienes/ buenos tiempos por delante/ Tómalo con calma, papi,/ puedes vivir y morir en una cama.

           


Para esta escena Leonard Bernstein escribe una fuga en la que mezcla influencias de Bach, bebop (jazz moderno) y música basada en esta escala dodecafónica: El resultado es un número musical que encierra una extraña fascinación. Un ejemplo que muestra muy a las claras que el “Efecto Schönberg” en la música cinematográfica es más que evidente y su sombra, muy pero que muy alargada.





Lamberto del Álamo (Consuegra, 1954) es músico y musicólogo especializado en música de cine. Su libro El cine y su música, secretos y claves (Rialp, 2020) es una referencia para los aficionados a la música cinematográfica. Ha colaborado en varios libros con Notorius Ediciones y escribe habitualmente para la revista digital Industrias del Cine y para la web The Movies Score. Ha escrito un libro (aún inédito) titulado Compositoras de cine, la otra mirada y está preparando otro sobre cine, ideología y bandas sonoras.