A GOLPES
Ser rebelde lleva una vida entera. Ahora
lo sé, después de que mi madre me susurre, en su lecho de muerte, dile a ese
hijo de puta que nunca lo quise. Yo, que siempre la creí una mujer cobarde,
sumisa, descubro en esta frase el mayor acto de rebelión. Palabras que
sentencian toda una vida y que él no podrá quitarle. Mi madre se rebela con un último
e inquebrantable golpe.
Texto ganador del certamen convocado por la Asociación AMEIS (Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradores) en Madrid, en octubre de 2024, para conmemorar el día de las escritoras. El requisito del certamen era comenzar con la frase “Ser rebelde lleva una vida entera”, inicio del poema “Ser rebelde”, de Doris Lessing.
AMAMANTAR
VELLAS FOBIAS
HIDROFOBIA
Teme a las
mujeres y a sus cabellos que ondean como olas encrespadas.
ARACNOFOBIA
De un pisotón
acabó con ella, porque los pelos tiesos de sus piernas lo arañaban como un
bicho en celo.
CLAUSTROFOBIA
Su pubis, de
rizos negros, terrible mundo menguante.
AGORAFOBIA
Temer al hombre
que te desnuda con la mirada y te deja abierta, solo piel y pelo.
VÉRTIGO
No tiene más
remedio que dejarla, a ella, cuyo pubis lanudo le hace alcanzar el cielo.
NECROFOBIA
Morir de miedo
ante ese cuerpo descarnado que conserva el pelo flotando al viento.
AICMOFOBIA
Se enamoró de
sus piernas lampiñas, sin embargo, le estremece que ella deje la cera y su
cuerpo se pueble de pequeñas y punzantes hebras homicidas.
TEXTOS
DEL LIBRO LA ALDEA DE F. (Ediciones
Punto de Partida, México, 2011).
LA MUJER DEL SEPULTURERO
EL GUARDAGUJAS
Aceptó el empleo
sin preguntar de qué se trataba y a punto estuvo de perderlo cuando se produjo
el primer descosido en la vía. Con mano inexperta, sacó una aguja del acerico,
enhebró el metal y, con puntada torpe, volvió a unir los extremos del riel.
Poco a poco aprendió a remendar andenes, coger el bajo de la locomotora y
fruncir vagones de mercancías. Ahora, imparte un taller clandestino de costura
en el que los hombres del pueblo aprenden a destejer rudezas. Y, entre ovillos
y bobinas de colores, hasta los más toscos intentan zurcirse el corazón.
Los relatos pertenecen a un libro homenaje en el que poblamos la Aldea de F, que Arreola perdió en el desierto. Una aldea que “se ve poblada ahora de relaciones eventuales que son el símbolo de una manera de vivir. Un lugar donde ya el tiempo transcurre sin prisa y donde, a pesar de que el agua es un espejismo, existen las sirenas. Allí se cosen y descosen historias de vivos y de muertos, y las mujeres, con sus lenguas cortantes, son la imaginación de F.” (Fragmento perteneciente al prólogo del libro, de Clara Obligado).
TEXTOS
INÉDITOS:
UN POEMA, UNA CANCIÓN
Después de un tiempo sin apenas escribir, he vuelto a la escritura como medio para calmar el dolor del duelo. Estos textos pertenecen a universos que aparentemente no tienen nada que ver pero que, en mi cabeza y en mi corazón, forman parte de dos historias perfectamente conectadas.
Teresa Serván (Madrid, 1974) juega con cartas, fichas y dados para vivir y con las palabras para crear sus microficciones. Narradora casi en exclusiva de género microrrelato, sus textos han sido recogidos en varias antologías como Por favor sea breve, 1 y 2 (Páginas de Espuma, 2001, 2010), Microfantabulosas (Centro de la Cultura Popular Canaria, 2021), en varios volúmenes del proyecto Hijos de Mary Shelley, editados por Fernando Marías (Imagine Ediciones) y en otras antologías y publicaciones. Como parte del grupo de escritoras Microlocas ha participado en la experiencia de escritura a ocho manos en dos libros de microficción, en los que se fusionan la autoría individual con la creación de una obra común que se puede leer como cuento o, incluso, como novela. De este grupo literario, compuesto por cuatro autoras, han nacido La aldea de F. (Ediciones Punto de Partida, México, 2011) y Pelos (Páginas de Espuma, 2016). Amante del género muy breve, pocos de sus textos alcanzan una extensión tan amplia como la de esta biografía.
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