«Si existiese realmente el amor, acaso no existiría el miedo y sin miedo, no habría violencia»

 Entrevista a Neus Aguado, por ESTHER PEÑAS. 

La manera de escribir de la poeta Neus Aguado (Córdoba, Argentina, 1955) pareciera la del cenobita atento a la llama de la lámpara. El aceita discurre por el cabo y permite que se alumbre aquello que entronca con la belleza de la escucha. Hay rutas que conducen al océano y modos de convocar lo poético. 66 manera de mirar (Animal sospechoso) es una de ellas, en sosiego de tonos.

 

Así como 62/Modelo para armar podría considerarse como el summum del trabajo cortazariano, ¿66 maneras de mirar es susceptible de contemplarse como la decantación de la obra de Neus Aguado?

No se me había ocurrido, pero es un símil muy acertado. Sí, en 66 maneras de mirar conviven casi todos mis registros, por no decir todos, los que he ido escribiendo a lo largo de los años: poesía, narrativa, teatro, periodismo, ensayo.

 

Para mirar, ¿qué disposición de ánimo se requiere?

Igual que existe la escucha atenta también existe la mirada atenta, abarcadora. Si miramos con atención y dedicación captamos la totalidad de la experiencia, la totalidad de lo exterior y de lo interior.

En griego, «teoría» significa «contemplar», aunque los místicos y los poetas saben que se ha de contemplar sin que la visión se convierta en teoría. Mirar una y otra vez con admiración, extrañeza, deslumbramiento, asombro, fascinación, permitir que nos nutra lo que miramos. Permanecer en el descubrimiento de la belleza, de la incertidumbre, de lo efímero, que surge en el transcurso del tiempo de mirar. El placer de mirar sin porqué ni para qué. Entonces la mirada emerge, es cambiante y profunda como el mar, es la que propicia una revelación.

La fuerza de la mirada, capaz de petrificar, aunque también de salvar.

 

Para «convertirnos lentamente en el deseo de vida» se requiere, aunque parezca una bobada, el propio deseo. ¿Cómo reconocer lo «propio» de lo impuesto?

Sí, sin deseo de vida, solo hay supervivencia. Lo propio es lo que surge espontáneamente, la intuición, lo que está desligado del logos.

 

«El único sitio/ que hay es/el lugar del amor», pero nos dice la poeta que el miedo es más fuerte que el amor. ¿Cómo se encara uno al miedo, para que no nos presida?

Desligándonos del logos.

Si existiese realmente el amor, probablemente no existiría el miedo y si no existiese el miedo, no existiría la violencia.

 

En el poemario, se hace presente lo inevitable, más allá de la voluntad. ¿Hasta qué punto se le puede combatir? ¿Conviene hacerlo?

Lo inevitable es lo imprevisible, no se puede combatir, solo se puede aceptar. Es un combate perdido de antemano, no es una cuestión de voluntad. En la actualidad, entre mis tareas intento dejar espacio para lo imprevisto que es, en definitiva, lo inevitable.

 

En su poesía, ¿qué peso tiene el azar?

El azar te cae encima con todo su peso. En mi poesía, el azar es como intentar explicar el silencio, el lenguaje del alma. Más que hablar de azar, prefiero apelar a las coincidencias significativas, a las sincronicidades junguianas.

 

¿Hay más deseo o nostalgia en los versos de los poetas?

Creo que puede existir una suerte de equilibrio entre el deseo y la nostalgia.

 

Los momentos vividos fuera del tiempo, los que evocan los versos, ¿son tan intensos como los experimentados?

Pueden ser incluso más intensos. De todos modos, para mí, el tiempo es un continuum de pasado-presente-futuro, todo a la vez. La abstracción, la meditación, el éxtasis que puede producirse en el momento creativo es un continuum del tiempo y del espacio.

 

¿Qué se hace con «el trigo en las manos»?

Acordarnos respetuosamente de la pintora Maruja Mallo. Acordarnos de que el hambre en el mundo es una imposición de los poderosos sin escrúpulos. 







Como una araña impasible detrás de los cristales

están mis sentimientos escondidos en tu mirada.

No se mueven, ni que los golpee el tiempo,

inmutables en el lagar del vino más rancio

esperan que alguien rompa el espejo y no esperan,

están allí incrustados en un cristal purísimo.

Y no existe para cortar el diamante más fino.

 

 [De Ginebra en bruma rosa, Lumen, 1989]

 

 

SABIDURÍA

 

Unigénita de múltiples virtudes,

he recorrido la casa patriarcal,

la casa donde los eruditos

no tienen un momento de sosiego.

Habías traspasado la puerta esmerilada,

la del espíritu en armonía:

otra casa te acoge, en otra reinas,

y es hacia allí adonde encamino el paso.

 

[De Aldebarán, Lumen, 2000]

 

 

Había hojarasca de otoño

en tu sangre de suicida.

La limpié como se limpia al niño,

al desheredado, al que nunca perteneció

ni aquí ni allá, solo al trapecio de la muerte.

 

[De Aldebarán, Lumen, 2000]