Donde se queman libros también se quema a la gente.
Heinrich Heine
Los que se sirvan de la Antigüedad para denigrar
los tiempos presentes serán ejecutados.
Edicto de Schi Huang-Ti, 213 a.C.
17 de mayo de 1992:
proyectiles incendiarios
lanzados desde las vecinas colinas
arrasan la memoria de Bosnia:
sus manuscritos árabes, turcos,
persas,
los poemas sufíes y otomanos,
cartas, cuentas, ordenanzas de
sultanes,
el registro de la tierra.
El fuego ardió todo el día
y su reflejo se lo llevó el
Miljacka
a ninguna parte.
Por orden del juez federal de La Plata,
Mayor retirado De la Serna,
en un baldío de Sarandí
el 30 de agosto de 1980
varios camiones procedieron a
descargar
dos millones de libros.
Los rocían con gasoil y les prenden
fuego.
La niebla no pudo aquietar
ese resplandor.
El 10 de mayo de 1933
un filólogo patituerto
que amaba los clásicos
enciende la mecha
y un circuito de fuego olímpico
nace en
enreda Alemania:
La muchedumbre delira,
sus ojos claros chisporrotean.
Los papiros helénicos
caldearon las aguas de las termas
públicas.
Allí fogareaban Heráclito, Hesíodo,
Gorgias, Epicuro,
Arquíloco...
Teófilo rompe
piedra a piedra
los restos de los muros
del Serapeo.
La blanca ceniza
cubre el cielo de Lovaina.
El 24 de agosto de 410 Alarico conquistó Roma.
Los rollos, desaforados, iluminaron
la tropelía,
las fauces abiertas de la gula,
el ronquido al alba de las bestias.
Los Ptolomeos mandaban a sus mercaderes
a cada confín del mundo a buscar el
idioma escrito.
Entre columnatas se guardaban diez
salas de papiros,
un zoológico, un observatorio, un
lugar para discutir.
Ya no leeremos a Aristarco de
Samos,
ni la historia general del mundo de
un babilonio.
El agua de las fuentes de
Alejandría
no pudo amainar tanta fiebre.
Schi Huang-Ti
cuya dinastía se basaba en el
número seis,
el agua y el color negro,
no se dejaba ver por nadie.
Buscaba la fórmula de la
inmortalidad.
Ordenó
quemar los libros que no enseñaran
agricultura, medicina o profecías.
Quien ocultase alguno
era condenado a trabajar en la Gran
Muralla.
Una riada de fuego
arrastró
las bibliotecas del imperio
para borrar su memoria de las cosas
para que todo empiece a repetirse
una y otra vez.
Mientras, arriba, permanecen
mutilados los planetas.
[Poema perteneciente a "Las naciones hechizadas", Madrid, Amargord, 2017. La ilustración "Sólo la lucha colectiva tiene sentido", de @evalifschitz y @ponsjp pertenece a la Exposición "Más libros para más Memoria", Centro Cultural Mercado , en Avellaneda, al cuidado de @luchiafarina]
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