Ella se calma con una caricia, pero también con el
chupete. Un plástico en la boca que succiona, suelta y succiona, y muerde.
Cierra los ojos y sueña dormida.
Me
asombra que la carne y el plástico se lleven tan bien. La necesidad y el tedio
que ambos provocan a intervalos se conjugan con el paso de la una al otro, y
del otro a la una.
El
orden de los cuerpos y el orden de las cosas, a cierta edad, no son incompatibles.
Luego, en cambio, elegimos.
(11 octubre 2010)
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