Si mi hija de trece meses pudiese hacerlo, recogiendo la experiencia que comparte con los niños de su edad, quizá me instruiría así:

 1º: Responde sin demora a las fuerzas que brotan en tu propio cuerpo y a las invitaciones del mundo alrededor.

2º: Di lo que desees en cada momento, aunque no todos vayan a entender tus palabras.

3º: Confía en la constancia: la acción de hoy será más perfecta mañana.

4º. Atiende al afuera, pero cuidado con dispersarte; vuelve a lo conocido, vive en la presencia de lo que ya sabes.

5º: No pierdas el tiempo; por eso, no te angusties, no te precipites, pues cada momento te ofrece un regalo.

6º: Si una fuerza te cambia repentinamente de lugar, lucha por mantenerte. Si resulta mayor que la tuya, tendrás que aceptarlo, pero demuéstrale que sabes lo que prefieres.

7º: Considera la voz que te dice: “no”; a menudo encontrarás sabiduría en ella y siempre una intención.

8º: Ama a quien te ama. Pero también sonríe al desconocido, habla con él, tócalo si te lo consiente; pues no sabes cuándo caerá la diferencia con el que amas.

9º: Aprende a escuchar a todos; lo que en principio resulta solamente ruido te irá dando el perfil de lo que es cada uno, y de este modo sabrás cómo responderles.  

10º: Ríe.


(6 mayo 2010)