La mejor forma de leer este texto es dejarse llevar.

"Hablaremos como en susurro, como si no dijéramos sino que apuntáramos a decir. Y para que se oigan las otras voces" (José Jiménez Lozano). 

Solo se trata de una conversación entre nosotros. 

Rafael Navarro de Castro se fue a vivir hace casi veinte años al valle de Monachil, Granada, en una de cuyas hondonadas se construyó su propia casa de madera. Además de cuidar de sus colmenas y sus gallinas, y tras reposar un largo trato respetuoso con los últimos campesinos del valle, Rafa se encerró en casa para escribir La tierra desnuda (Alfaguara, 2019).

La casa, dice Bachelard, es un cuerpo de imágenes que dan al ser humano razones o ilusiones de estabilidad (Poética del espacio). Pues "el hogar es algo sagrado" (Emily Dickinson). "Ninguna duda o desconfianza puede traspasar sus benditos portales". 

Aunque, más que una casa, me gustaría una cabaña. Aislada, protegida, cálida en invierno y fresca en verano. Para encerrarme con mis libros y mis cuadernos, lejos del ruido distópico de lo Real, y poder fluir a placer (Mihaly Csikszentmihalyi). Una cabaña escondida "en algún lugar verde y tranquilo" (Federico García Lorca). "Lo que está en la casa sin ventanas es lo verdadero" (Walter Benjamin, Libro de los pasajes).

La cabaña: construcción de intimidad pura. Fuerte desde dentro. "Si algún día, lector, construyes una cabaña, franquéala de frondosos árboles protectores. Escóndela de los satélites, de los vehículos que escanean el mundo. Y no te preocupes; para ti, que la conoces, el bosque siempre estará a su espalda" (Eduardo Outeiro Ferreño).

En el abrazo de mi amor también me abandono, protegido y feliz: "Un dúo es un mundo cerrado. Dos personas constituyen un entorno, una persona sola es un objeto. Un objeto no se relaciona con nada a no ser que hagas que se relacione; posee una cualidad solitaria, pobre y patética". En cuanto te preocupas por la otra persona creas un entorno (Louise Bourgeois, Writings).

Incluso me valdría una cabaña mental, portátil, imaginaria, sin ubicación conocida: que mi escritorio fuese más un concepto que una cosa. "Llevo mi escritorio conmigo" (Richard Ford).

Y salir, salir de viaje con el único equipaje de mi cabaña y mi escritorio invisibles, y hacer camino dejándome llevar a través de las gastadas rutas de la cultura. Podría seguir indefinidamente, "rico en experiencias y conocimiento" (Kavafis), hasta alcanzar el mar, o volver a casa cuando lo necesitara. Después de cada viaje "nunca serás la misma. Ni tu casa tampoco" (Mieke Bal, Conceptos viajeros en las humanidades).


© Foto: Vasiliki Kanelliadou, Se vende (2020)