Variante de Ítaca
Cuando
tuve veinte años, y algo más, creí también, como todos, que Ítaca era el lugar
que colmaba el deseo, los deseos. ¿Qué vamos a esperar de un muchacho sino que
empuje fuerte y mueva el mundo?
Conforme
llegaron el agotamiento, y la decepción, y el ejemplo de los demás creí, he
creído yo también que lo importante no era esa ciudad soñada y su promesa
quimérica, claro, sino la travesía hacia ella. Ya saben ustedes: las
experiencias vividas, los amores, los riesgos y peligros del camino, el modesto
triunfo, la pequeña caída... las postales, en fin.
Esto
he creído -no es original, ya lo sé- hasta ayer mismo, este credo del
resignado. Hasta ayer.
El día de ayer, cruzando el parque de camino al trabajo, me distraje, desvié mi itinerario, no sé, cuando me hallé bajo un árbol. Lo miré desde allí, sabiendo que por algún motivo incomprensible estaba en aquel lugar, y lo descubrí. Mi camino hasta el paraguas de un árbol, algo tan sencillo. Toda una vida para alcanzar una idea.
No es Ítaca, no es el camino
a Ítaca: esas acumulaciones para un diario o los nietos. No: yo soy quien ha
seguido un camino para llegar a una idea. No una demostración, ni la conclusión
final de un proceso, ni siquiera un concepto. Acaso un fruto del sentimiento y
la razón, parejas, que alumbran, y marcan.
Lo digo otra vez: no la ciudad del
horizonte, tampoco el itinerario para el que hay destino.
Otra cosa: un subterráneo, un sendero bajo las hojas distinto al que pensamos que vamos recorriendo; que se ríe cuando pasamos, que llega al mismo tiempo que nosotros y fragua esa flor que se nos desvela. Una corriente oculta que mana hasta detenerse bajo el arbolito paraguas que envuelve la cabeza y la reposa.
Novedad
Pero eso no es todo,
señora, caballero, es que este producto actúa de una manera tan sutil que
ustedes ni se darán cuenta de que lo hace a propósito. Van a pensar que ustedes
han mejorado su juego o que ahora les sonríe la fortuna. Sin embargo, no deben
preocuparse; porque tampoco se van a cansar de vencer siempre, no se hartarán
de su buena racha. Cuando el programa percibe que, usted señorita o usted
joven, se encuentran demasiado satisfechos y podría aburrirles ganar casi sin esfuerzo,
digamos, entonces él volverá a imponerse en las partidas.
Señores y señoras, no han visto
algo parecido. Comprobarán que todo ocurre exactamente como en la vida real.
Así que adquieran esta extraordinaria novedad y olvídense de cómo funciona.
Ustedes jueguen, jueguen, y disfruten.
Los
ricos de Esquilo y los capitalistas
Los ricos de ahora también se vuelven orgullosos -antes incluso de alcanzar la riqueza, o precisamente por ello-, y cometen actos desmesurados y malvados.
Pero son las leyes que establecen las que reconstituyen su opulencia.
Luego
en la subasta asignan a Zeus, una estatua entre otras, su precio de salida.
Nuestro sueño
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