(Extracto de mi participación en EL CULTURAL web, en recuerdo del poeta al conocerse su fallecimiento): 

"La primera vez que escuché a JOAN MARGARIT recitar sus poemas en una librería, pensé -y le dije- que pocos poetas combinaban la hondura de sus textos con ese modo tan hondo de recitarlos. Sonrió y contestó que él se veía como un instrumento, como un viejo violonchelo, y que se alegraba, en todo caso, de no molestar, de no interferir o lastrar su propio texto al comunicarlo. Recitaba como quien te cuenta una anécdota en confianza, pero de repente era tremendamente apasionado porque estaba evocando algo hermoso o desgranando una justicia o una de las miles desgracias de la vida. La segunda vez que lo vi, estaba dedicándome uno de sus libros y le comenté que mi hijo estaba adolescente y esta vez no había podido venir conmigo. Interrumpió la dedicatoria a medias aunque tras de mí aguardaban otros muchos, me miró con los ojos emocionados, acuosos, y me dijo: No te preocupes... Los hijos vuelven. Terminan por volver. Mi agradecimiento y mi admiración por el gran poeta y el gran hombre que acaba de dejar esta dimensión del mundo".