Todo el organismo está trabajando para esa herida.

Jean Genet

Llevo un clavo en mi costado.

Tengo tu danza

en la palma de mi pie.

 

No me quites

la diadema de espinas.

No rasgues la camisa de zarza.

 

Pero cincha mi pelo, mi lengua.

Pasea tu dedo por la azotea del ojo,

de los dos. Por mis muslos, por mi respiración,

mis hombros. Rodea de baba

y luz mi torso punitivo.

 

Tengo mi cuerpo azorado en su cruz.

 

El desierto se me cae de las manos.

Es mi cuerpo lunático doblado a sus pies.

Puede encandilar el infierno.

Es su masivo desdén.

 

Pero debajo de este cuerpo, hay otro cuerpo.

Debajo de este hedor, un enjambre.

 

(Tenemos el morir absorto.

La vanidad del aire.)

 

Hay tanta carroña

en la boca del día

como para detener el tiempo.


[Poema incluido en el catálogo de «Sobre cruces», exposición de obras de Jorge Cano Cuenca, Gianni Ferraro y Ana del Arco, Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón (Valladolid), abril-mayo de 2002.]

Imagen: Jorge Cano Cuenca, Forma I, óleo sobre lienzo, 130 x 200 cm