No quiero hablar de asuntos personales. Confesarse en público sería como perder el alma: un acto de pauperización interior. (Entonces guardémonos las cosas. No las derrochemos. Y no mercadeemos con los momentos que hemos vivido en compañía de otros; nos pertenecen solo a medias). "El resto, poco o mucho, son cosas privadas, tuyas, mías, de él. Algo así como expedientes protegidos". (Desde Wisława Szymborska).

Me quedo mirando a A como si la retara.

Adam Zagajewski tampoco quiere contarlo todo. Mira lo que dice en Una leve exageración: “Soy un representante de la vieja escuela de discreción de la Europa del Este: aquella que no habla nunca de divorcios ni reconoce que uno está deprimido”.

¡Dinosaurios!, se ríe A. ¡Tan viejos como la ópera! Tú también eres viejo (sonríe). Aunque tienes, igual que yo, igual que todos, hambre de realidad (David Shields). “Nos hemos apropiado de la autobiografía tal y como las generaciones pasadas se apropiaron de la novela”.

Tengo hambre de realidad, sí, pero no sé qué hacer con el sucio secretito de que hablaba Deleuze. En todo lo que contamos hay un secreto que alimenta la manía de interpretar. Siempre hay algo que nos recuerda otra cosa, que nos hace pensar en otra cosa. “El gran secreto es cuando ya no tenemos nada que ocultar” (Diálogos, con Claire Parnet).

Entonces ¿por qué contamos estas historias? (Desde Ellis Island, de Georges Perec). 

Porque narrar la propia vida puede ser terapéutico. Si vuelves a los lugares del dolor, si hurgas en la herida comienzas a ver las cosas de otra manera. A ese “escuchar el secreto” Tom Spanbauer lo llama escritura del riesgo: clima emocional real contado a través de una historia ficcionalizada. Pues “la ficción hace la verdad más verdadera. Encuentro la verdad mintiendo sobre ella”.

Carmen Laforet sufrió por no ficcionalizar lo suficiente. Su familia se reconoció en los personajes de Nada y la condenaron. Leían una y otra vez la novela, identificaban las correspondencias con los supuestos modelos reales y ninguno salía bien parado. Ella se defendió negando que fuese autobiográfica, pero no pudo evitar el resentimiento familiar por haber expuesto, aunque fuese en forma novelada, lo que se consideraba que debía permanecer en privado (desde Anna Caballé).

Los victimarios olvidan. Las víctimas recuerdan.


© Fotografía: Vasiliki Kanelliadou, "Escaparate en Atenas" (2020)