Mi hija pequeña me mira. Sabe de alguien en el extremo de eso que gotea leche. Esa cara otra vez. Eso que gotea suave, caliente, saciante. Eso que hace confortable un momento ahora, y luego también. Sus ojos fijos en los míos. Ya ve. Mientras toma, sus ojos dicen con precisión: necesito. Y dicen con precisión: tú-el que me das. 

En su mirada que es ya la voz necesito hay además una afirmación: tengo derecho, es justo que se me dé; en mi reclamación no hay nada malo, ni vergonzoso, ni egoísta. Hay solo la pureza del necesitar y la pureza de la exigencia de la vida. Y eso que ella no sabe que es una niña, ella no sabe aún que así preserva la salud y la continuidad de la vida de un ser humano. Ese cuerpo sólo sabe una palabra: recibir.

Y en su mirada me incluye. Porque ella me sostiene los ojos, con más determinación y poder que un matón que pretendiera desafiarme; porque ella dispone de todo el tiempo del mundo, su mirada no está aplazando otro quehacer, otra prisa. Su mirada dice: . Tú eres el que me das, el que debes darme el alimento. En sus ojos sin violencia aparece otra cosa que no es ya una súplica, sino algo semejante a una demanda de verdad.

            Me mira y yo pienso en los niños de Palestina, y los de Somalia, y los de India, y los de tantos lugares. Y, más aún, en sus padres. En su terrible, su enloquecedor fracaso. Me acuerdo de algún filósofo, uno de muchos en quienes no creo. Tampoco recuerdo que ningún poeta se haya interesado. Los niños que miran no tienen a quien les cante.

Todo ha transcurrido como una escena íntima y oscura entre mi hija y yo. Después la acuesto y me retiro. Pero aún trato de retener esa mirada suya que nunca hubiera imaginado. Trato de no olvidar jamás los matices de sus ojos todavía sin formar por completo. Y por la desnuda violencia de ese momento como un átomo, recobro la fe en los juicios universales. 

                                                                                                                                

                                                                                                         (22 agosto 2009)