El tiempo y los días extraños. De Battiato a Andrea Köhler 

Strani Giorni. Viviamo strani giorni… -cantaba (y anunciaba), a finales de los noventa del pasado siglo, el hoy, por desgracia, ya silencioso y silenciado Franco Battiato. Qué mirará, qué pensará, qué dirá o verá en la clausura de su hermosa casa de Sicilia. Quizá abandonase después de todo a tiempo ese mundo material cuyos males y falta de espiritualidad tanto había fustigado. Quizá era momento, como en otra de sus canciones, de hacerse con un par de alas y abandonar el planeta, ahora que este es de verdad un mundo enfermo hasta sus raíces, un mundo desesperanzado e inhumano, toda vez que ya no queda lugar para la convivencia real si han de guardarse las distancias.

Y no sé por qué, pensando estas cosas, (pensando en qué clase de tiempo es este tiempo nuestro, esta locura donde nada parece sostenerse)  he recordado y releído un libro que leí en el año 2018, El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera, de la alemana Andrea Köhler, publicado por Libros del Asteroide en traducción de Cristina García Ohlrich. Aparte del prefacio y del epílogo de Gregorio Luri, El tiempo regalado consta de seis partes de sugerente nombre: Un miedo genuino, Tiempo sentido, El titubeo antes del nacimiento, Horizonte de expectativas, La hora inmóvil, holganza y, por último, De la nocturna y reiterada tregua con el tiempo. Se nos aclara que se trata de un ensayo sobre la espera y pronto pensamos en Peter Handke, al que, como veremos más tarde, se convoca en muchas páginas. La preocupación por la espera es un asunto tan antiguo que, aunque en el libro no se mencione, es capital en Hesiodo: seres humanos que trabajan el campo y cumplen con los sacrificios y, por tanto, creen haberse ganado el derecho de la “buena espera”, La confianza en que los dioses les sean propicios. Esta obra de Köhler -pese a contener muchas fuentes filosóficas- más que un tratado o un ensayo filosófico, es una sincera meditación personal sobre el tiempo humano y nuestra percepción de las contracciones y dilataciones de la espera. Junto al exhaustivo análisis, adopta desde el inicio un tono cordial, a menudo, humorístico, que incluye un intercalado de cartas-relato. Si el paso del tiempo es nuestro gran asunto, Köhler reflexiona sobre cuestiones como el roer del tiempo, las promesas, las falsas esperanzas, la apertura al futuro, la imposible pausa y relajación en un mundo acelerado, el sueño como pausa misteriosa, la vida como tránsito entre dos vacíos (el previo al nacimiento y el que sobreviene con la muerte), la importancia de educar a los niños en la paciencia… Ya en el inicio declara el propósito del libro: “dar eco al ritmo de la espera”. Aunque otra de las pretensiones es “poder señalar lo gratificante de la lentitud y la espera”, buena parte del ensayo subraya el dolor, la angustia, el abismo, la tortura, el miedo… que subyace en toda espera (en el amor, en una llamada de móvil, en una cita, en la enfermedad, en la oficina de empleo, en el reo que aguarda su ejecución –incluido Cristo en Getsemaní-). Una curiosa espera contemporánea es el calculado suspense entre capítulos de nuestras teleseries… La técnica en nuestro tiempo, nos dirá Köhler, ha conseguido acortar espacios y tiempos (ya no esperamos la lenta llegada de una carta –nuestro correo ya es instantáneo y casi simultáneo-. Tampoco desaparecemos ya meses u años en el errar de un viaje del que regresemos transformados. Vamos tan rápido por la vida y tan hiperconectados, que no queda espacio ni para la añoranza de la casa o del país natal, tampoco para el secreto o la reserva: exponemos nuestra intimidad, como nunca antes, en el campo de juego de las redes sociales). Köhler analiza a fondo otra curiosa forma de espera: aquella a la que nos somete el Estado y sus burocracias. Y cómo no, aquí no podía faltar Kafka. Tampoco Samuel Beckett (la espera absurdo-cómica). Todos nosotros, de algún modo, aguardamos desesperadamente frente al guardián. La espera, el trance, el olvido de sí, que requería el autor de La Metamorfosis como condiciones de la labor literaria, es otro de los asuntos que Andrea Köhler aborda. Barthes, Freud, Heidegger, Celan, Nietzsche, Dante, Baudelaire, Fontane, Shakespeare, Canetti, Proust, Blanchot, Benjamin… serán algunos de los puntales en los que se fundamenta esta interesante reflexión que sabe mirar de frente a nuestro mundo cambiante. Aunque quizá, visto lo visto y vivido lo vivido, añadiría Köhler una nueva meditación para estos tiempos de oscuridad y pandemia.