Reproducimos la carta enviada por la escritora Marta Sanz a Javier Morales 
a propósito de la lectura de La moneda de Carver




Querido Javier:

Te cuento un poco más largo por qué he disfrutado de tu libro, La moneda de Carver. Así, en plan enumeración caótica, como a mí me gusta:

La muerte, el río, los letraheridos que se meten dentro de los cuadros y encuentran en un museo a la mujer de Hopper. La construcción de la mirada de un poeta del que importan los orígenes y la extracción social, tanto como las lecturas: ambas cosas marcan la idea de aprendizaje, empeño y subsistencia. Me gusta cómo se van tejiendo los hilos entre los cuentos de La moneda de Carver, los otros libros, el escritor que tú eres y los escritores a quienes lees. Cómo subyacen los heterónimos, la búsqueda de la identidad y, en el entramado de vidas posibles y de vidas sin más adjetivos, de apócrifos con nombre, esta lectora entiende que la máscara es la piel. Me gusta cómo jugueteas con el género: el precioso cuento sobre Carver como discurso de agradecimiento de un premio. Y, volviendo a la muerte y a la muerte prematura, en el cuento que le dedicas a Campos Pámpano, encuentro resonancias de la literatura de duelo de Forest: en Sarinagara, el duelo se supera con el juego de espejos de la literatura y el buceo en una cultura lejana que, sin embargo, está ahí. Buscarse en las huellas de otro e intuir que el hilo de Samuel es tu propio hilo y que somos en las voces de los demás igual que las voces de los demás nos resuenan en la tripa. Me sobrecoge esa escena, recurrente, en la que hermanos vivos reconstruyen la figura de los hermanos muertos. Y pienso en Julián Rodríguez y en Javier. En Estados Unidos, Portugal y Extremadura. En que a lo mejor todos somos hermanos. Y hermanas, también.

Un libro delicado. Muchas gracias por compartirlo. 

Marta